El chimichurri es una salsa de consistencia líquida, muy condimentada y de sabor potente, con el perejil, ajo, aceite, vinagre, ají y orégano como ingredientes básicos. Es muy popular en Argentina y Uruguay y se cree originaria de estos países. Se utiliza para aderezar choripanes, carnes asadas, ensaladas o para marinados de carnes y pescados.

Como siempre con los platos tradicionales, historias sobre su origen exacto hay muchas y diversas. Lo mismo dice la Academia Argentina de Gastronomía que cuenta en este post que pudo haberse originado con la ola de inmigrantes ingleses que llegó a la Patagonia en el siglo XIX, adaptando salsas tan conocidas como la Worcestershire (Perrins) a los ingredientes locales y estableciendo el nombre chimichurri como derivación del “Give me the curry” que pedían los ingleses a los peones locales.

Aunque hay otra versión muy curiosa que establece su origen en el País Vasco, viniendo del “Tximitxurri” que significa “revoltijo” o “mezcla” en euskera. En Euskadi hay también una salsa similar que lleva ajo y perejil, además de hierbas aromáticas, chile y cayena.

La receta que yo conozco viene de un buen amigo uruguayo, Nacho. Y para evitar pedirla de nuevo por whatsapp cada vez que la quiero hacer, recordé que ¡oh, tengo un blog! Y puedo “tunearla”, compartirla y tenerla así archivada para la posteridad. 🙂

La base del chimichurri viene del “Adobo” que no es más que la mezcla de hierbas secas ya sazonada, que podemos comprar online o en cualquier tienda de productos argentinos.

Aunque en Madrid hay muchos sitios que lo venden, yo suelo ir a la Pastelería América (C/Atocha 77) o a Franco Argentina (C/Conde Duque 28). También puede comprarse por internet en Argentina Market, Amazon o Rincón Gaucho entre otras opciones.

Hoy tuneo muy poquito la receta que me han dado y les cuento cuales son mis ingredientes “versionados”:

  • 3 cucharadas rasas de adobo para Chimichurri.
  • 100 grs de perejil picado (un manojo) lavado y picado.
  • 5 – 6 dientes de ajo grandes.
  • 1 ½ cucharada de orégano seco.
  • ½ cdta. de paprika o pimentón picante.
  • ½ de picante seco (yo utilicé peperoncino).
  • 250 ml de aceite de girasol.
  • 2 limones medianos, o 1 muy grande.
  • 1 cdta. de sal.
  • 1 pizca de comino molido.

 

Preparación:

  1. En un bol grande de cristal hidratamos el adobo y el orégano seco en el aceite de girasol.
    Pelamos y machacamos los dientes de ajo y los agregamos al aceite.
  2. Agregamos el perejil lavado y picado muy fino y pequeñito, la paprika, el picante seco, el zumo de los limones y la sal, mezclando todo muy bien con una cuchara de madera.
  3. Pasamos a una botella o tarro de cristal limpio y dejamos macerar bien tapado en la nevera, idealmente por uno o dos días antes de usar.

¡Y ya está! Es una salsa perfecta para acompañar carnes, costillas de cerdo, chorizos, aderezar empanadas, patatas al vapor o hasta para comer sola con pan. ¡Está gloriosa! Puede durar un par de meses en la nevera siempre que la conservemos bien tapada.

Si no conseguimos el adobo ya preparado podemos hacer una mezcla de hierbas y especias frescas, como lo cuenta Recetas Chimichurri en este post.

Yo, mientras tanto, sigo aprovechando el buen tiempo para “chantajear” a mis amigos para hacer alguna barbacoa o comida. Siempre se apuntan, y mejor si se trata de compartir en la cocina, reír y pasar un buen rato.

¡Feliz noche de lunes y feliz cena!.

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