De pequeña en casa me decían Mafalda, no sólo odiaba la sopa sino que ante cualquier tomate corría en dirección contraria y declaraba huelga en casa. Hasta que comencé a vivir en Madrid y a pasarme el verano entero entre salmorejo y gazpacho por puro amor a ese par.

Como soy de esa especie extraña que no sale de vacaciones en verano, voy sobreviviendo al calor infernal de Madrid alternando entre el gazpacho y el salmorejo día sí y día también.

Ensayé recetas de blogs y libros que variaban poco y nada, hasta que encontré los ingredientes de mi salmorejo:

  • Dos kilos de tomates maduros.
  • Un diente de ajo grande.
  • Una barra de pan duro.
  • Un chorro (150 ml) de aceite de oliva.
  • Una cucharada de sal gruesa.
  • Una cucharada de paprika o pimentón dulce (a mi me gusta el ahumado de La Chinata, es la gloria).
  • Media cucharada de vinagre, pero solo si realmente les gusta y nunca más de media (que esto no es un gazpacho)

Preparación:

  1. Lavamos los tomates, quitamos el tallo y cortamos en cuartos, y los batimos con el diente de ajo pelado, la sal y la paprika en el minipimer (turmix, licuadora o batidor de vaso).
  2. Luego incorporamos el pan duro en trozos y dejamos reposar en el líquido para que se empape y se ablande. Volvemos a batir para mezclar bien el pan e incorporamos el aceite poco a poco, cuidando bien que en la mezcla no queden grumos. Pasamos por un colador (mejor si es un “chino” de los que tienen forma de embudo) y enfriamos en la nevera.
  3. Yo me lo suelo tomar en vaso chato, de entrante para cualquier cena veraniega, Si somos varios y el plan es picoteo lo sirvo en un plato hondo grande con taquitos de jamón y trozos de huevo cocido (sancochado).

Les debo la receta del gazpacho para un próximo post 🙂

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