De esas recetas que ves y dices “Pues lo mismo no me queda mal”, y comenzar a darle vueltas a la cabeza a ver que más le podría agregar, e ir haciendo versiones libres que terminan siendo distintísimas del postre original.

El suspiro limeño, a la limeña, o suspiro de limeña, establece su origen a mediados del siglo XIX en Lima, Perú, y fue ideado por Amparo Ayarza, esposa del poeta José Galvez Barrenechea. Se bautiza con éste nombre porque es “suave y dulce como el suspiro de una mujer”.

El clásico se hace con manjar (dulce de leche) aunque se suele hacer también con lúcuma, una fruta de textura carnosa originaria del Perú. Aunque era un postre que siempre me había llamado la atención, lo probé por primera vez el año pasado, después de un Chupe de camarones glorioso en el Restaurant Kechua en Madrid.

La receta original lleva leche condensada, leche evaporada, yemas de huevo, vainilla y merengue. Yo he tenido el atrevimiento de agregarle esta vez piña, ron y coco rallado. El sabor es increíble, pero me ha costado varios intentos hasta poder darle la textura de natilla cremosa del postre original.

Los ingredientes que utilicé:

Para la crema:

  • 1 bote (lata) de leche condensada de 400 grs
  • 1 bote de leche evaporada de 500 ml
  • 4 yemas de huevo
  • 450 grs de piña natural (un bote grande)
  • 100 grs de coco rallado
  • 50 ml ron
  • 1 vaina de vainilla o 1 cdta. de esencia de vainilla

Para el merengue italiano:

  • 4 claras de huevo, 130 grs
  • 260 grs de azúcar
  • 130 grs de agua

Y aquí vamos con la preparación:

  1. Mezclamos la leche evaporada, leche condensada y las 4 yemas con un batidor de varillas, llevamos al fuego (medio) removiendo de vez en cuando para que no pegue.
  2. Agregamos la vaina de vainilla con un corte central desde la mitad hacia abajo, la piña picada en trozos pequeños, el ron y el coco rallado. Mantenemos al fuego por unos 30 minutos hasta que tenga consistencia de manjar (natilla espesa).
  3. Retiramos la crema del fuego y dejamos templar, luego rellenamos los moldes individuales (yo utilicé vasos chatos y de chupito) dejando al menos uno o dos dedos de espacio para luego adornar con merengue.
  4. Como la aventura con el merengue italiano tiene mucho que contar, tenemos un post aparte con todos todos los detalles, maravillas y desventuras de su preparación. Aquí pueden ver como lo hicimos.
  5. Una vez tenemos el merengue listo y frío, rellenamos una manga pastelera (o una bolsa plástica transparente con un corte pequeño en una esquina) con el merengue y vamos adornando la natilla formando pequeños picos hasta cubrir toda la superficie.
  6. Adornamos con coco rallado y un poco de canela.
  7. Llevamos a la nevera hasta servir.

Queda ideal, muy cremoso y el sabor es increíble, pero tengo que reconocer que es un postre que requiere tiempo, paciencia, y algo de pericia. Los postres no son para nada mi especialidad, y el merengue aún menos, pero de tanto intentarlo salió y quedó increíblemente rico.

Yo seguiré complicándome en la cocina y preparando cosas nuevas, que a mis conejillos de indias parece que les mola mucho eso de estar de pinches e ir probando un intento tras otro de todo lo que se hace en casa. 😀 <3

Nos vemos en unos días, ¡Abrazos!

Pin It on Pinterest