Definimos como AUTOCUIDADO cualquier acción reguladora del funcionamiento del ser humano que se encuentre bajo el control del propio individuo, realizada de forma deliberada y por iniciativa propia.

Es decir, según los diccionarios, nos cuidamos a nosotros mismos por iniciativa propia. Pero, ¿esto es cierto? ¿Se lo han planteado alguna vez?

Llevándolo a mi día a día y a lo que soy, confieso que tengo la malísima e intermitente costumbre de querer cuidarlo todo menos a mí. Bien porque tengo mucho trabajo o no tengo ninguno, o porque el stress me gana por la razón que sea, o porque me preocupa mi familia y sobre todo mis padres, o porque hay tiempo para todo pero no para mí misma.

¿Y qué pasa cuando eso pasa?

Pues que dejo de tomar o comprar mis medicinas, no hago ejercicios ni mucho menos bailo flamenco, no descanso, como muy mal, y dejo que me gane la ansiedad. Todo esto además hace que el stress llegue al punto de atacar el cuerpo y provocar malestar.

¿Por qué me pasa?

Pues porque el cuidar de mí misma exige atención, control, concentración y conciencia sobre lo que soy y de cuánto me importo. Y reconozco que puedo poner en mi lista de prioridades a todo lo demás antes que a mí.

via GIPHY

Por ejemplo, hay mucho trabajo y hay que sacarlo aunque esté cansada, pues ya descansaré algún día (o cuando me muera); hay que comer mejor y más sano, pero es que es más fácil calentar una pizza congelada; estoy agotada y siento ganas de comer algo dulce, pues bueno, mientras más procesado, dulce y grasiento mejor; tengo muchísima hambre pero no tengo tiempo para comer, pues una bolsa de patatas mientras voy caminando por la calle y listo.

Se repite un patrón, y es que mi descanso, mi alimentación, mi emociones, mi bienestar no son el principio de mi lista de prioridades. No hay un STOP, un pararme a pensar en cómo me estoy saboteando a mí misma. ¿Les suena conocido?

Es muy difícil reconocerlo y sobre todo exponerlo, hablar de ansiedad, sentimientos y emociones, y soltar un “Sí, es verdad, yo también he hecho lo mismo”. Regaño a mis amigos y a mi familia porque no se cuidan, pero ¿me cuido yo? ¿Estoy gestionando mis emociones conscientemente?

¿Paro? ¿Respiro? ¿Descanso?

Pues no siempre lo hacía, pero de unos años hasta aquí, y luego de que mi cuerpo, cabeza y emociones comenzaran a pasar factura, me tocó parar, sentarme a respirar, tomar conciencia de lo mucho que me estaba saboteando, y reaccionar.

Físicamente tuve una crisis muy dura de fascitis plantar, y luego una irritación del nervio ciático que derivó el dolencia crónica. Afortunadamente el flamenco llegó para salvarme en ese momento, y luego de una infiltración muscular y ejercicio regular la dolencia ha casi desaparecido.

Pero luego de un tiempo y en un momento de bajón emocional, sumamos a mi situación el diagnóstico de pre-menopausia avanzada a los 42 años. Afortunadamente en medio de mi drama entendí que cuando la vida nos da esos golpes no tenemos más remedio que enfrentarlos y seguir. Puedo decir que fue un punto de quiebre que me hizo entender que no podía seguir descuidándome, ni física ni emocionalmente.

Tuve que adaptarme a vivir en un cuerpo que no conocía, con una revolución de hormonas que iban y venían, y asumir que ya ese “quizás algún día tenga hijos” no iba a ser mi caso. Esa fue la parte más dura.

Pero para aceptarlo y seguir tenía que drenar, y lo primero fue irme de vacaciones, sola. Cogí un bus y me largué unos días a Portugal, necesitaba otro aire y necesitaba mar. Y lo tuve.

Fue una época dura porque además estaba sin trabajo, pero decidí centrarme en mí y en lo que me ayudaba a drenar y mantener el norte. Seguí yendo a la piscina y al flamenco, le dediqué muchísimo tiempo a Cookingka porque cocinar también puede ser terapéutico, y establecí una rutina de actividades y búsqueda de empleo.

Comencé al mismo tiempo a luchar con la frustración de ver cómo mi cuerpo cambiaba, y cómo a veces todo el esfuerzo que hacía bailando y nadando parecían ser en vano. No hacía más que sumar kilos por más que cuidase lo que comía.

Fue difícil y lo sigue siendo, representaba una lucha constante contra esa frustración que comentaba y contra la angustia de querer resultados inmediatos en todo. Pero poco a poco entendí que ese viaje al autocuidado no era una carrera de velocidad, porque no era ni siquiera una carrera, se tenía que convertir en una forma de vida.

Algo constante y muy importante en un proceso como éste fue el no exigirme demasiado ni castigarme, tener disciplina pero no fustigarme. Quizás avanzaba dos pasos y retrocedía uno, pero avanzaba.

En cuanto a las relaciones personales, he mantenido aquellas que suman, donde he conseguido apoyo, empatía y hasta un hombro para llorar cuando lo he necesitado. Un café o un paseo con amigos tiene un valor incalculable y tenemos que darle el espacio y la importancia que se merecen en nuestra vida.

Pero cuando todo iba muy bien, tuve un bache. Con la vuelta al trabajo de oficina la rutina cambió y se hizo muy complicado mantenerla. Me organizaba para ir al flamenco por las noches y los fines de semana organizar la comida de los días siguientes y organizar la casa, pero a ratos sentía que otra vez no controlaba nada, y había fines de semana que caía tan agotada en la cama que no quería ni pestañear.

Estando casi al límite de soltarme otra vez y olvidarme de mí, decidí buscar ayuda. Paré algunas actividades para descansar, y busqué ayuda con mi alimentación. Más que por perder kilos y medidas, por dejarme ayudar e ir entendiendo poco a poco cómo necesitaba tratarme y alimentarme.

Hablo poco del tema porque no quiero vender la pérdida de peso como una historia de éxito, ni vender un régimen de alimentación como algo restrictivo. No es un “no puedo porque me lo prohiben”, es un “prefiero que no” comprendiendo que te estás negando a algo que sabes que no te hace ningún bien, porque sabes y prefieres opciones más saludables.

Una de las claves es saber cuándo no puedes sola y toca pedir ayuda profesional. Intentar reconocer el problema y pararlo para buscar alternativas y solucionarlo, sin dejar que el problema nos gane.

En mi caso, decidí ir a Centro Aleris, y tuve la inmensa suerte de dar con una de las mejores nutricionistas que he conocido, Laura Llorente, y a ella tengo que agradecerle por tantísimo conocimiento, profesionalidad, apoyo y cuidado, y por creer en mí y apoyarme cuando ni yo misma creía que podía.

Como siempre he sabido cuidar de otros mejor que de mí misma, en pleno viaje de toma de conciencia al AUTOCUIDADO a mi pareja, con diábetes tipo 2 desde hace varios años, se le descontroló mucho el nivel de azúcar en la sangre, y antes de desesperar y hundirnos en el drama, decidí apoyarlo incluyéndolo en mi viaje y compartiendo experiencias.

Así, un día salimos a comer sin arroz, ni pizza, ni frituras, ni hamburguesas, y volvemos caminando a casa. Otro día compro frutas y verduras suficientes para organizar el menú de dos, y poder compartir los tuppers de la semana.

Otro día nos damos un paseo y disfrutamos del día, y cualquier día me acompaña a la nutricionista. También lava los platos, ¡gracias!

Como dije al principio, esto no es ni siquiera una carrera, ni de fondo ni de velocidad. Esto parte de una toma de conciencia para generar un cambio de hábitos a través de la creación de nuevas rutinas, a través de organización, y a través del cuidado, de mucho cuidado.

Hay que dar prioridad a nuestro bienestar, dando tiempo al descanso, a las actividades, y
a nosotros mismos. Sumemos apoyos y empatía en las personas que nos rodean, no nos exijamos ni nos agobiemos si no bajamos 200 grs por día o 10 kilos en un mes.

Pero por favor respiremos, paremos, comprendamos que el autocuidado no es algo opcional, y por sobre todo aceptemos nuestra realidad para mejorarla, nuestros kilos y lo que somos para convertirlos en salud, y levantemos la mano para pedir ayuda cuando sintamos que no podemos con todo.

Convirtámonos, aunque suene a cliché, en la mejor versión de nosotros mismos que podamos ser. ¿Podremos?

Se los dejo de tarea y en este link les cuento mi experiencia con Victoria y Stefy, de Nutrition is the New Black y StefyActiva, en el #clubdelavidareal.

¡Feliz semana!

Pin It on Pinterest