Hace algunas semanas, Victoria Lozada y Estefanía Fernández, mejor conocidas como Nutrition is the New Black y Stefy Activa, invitaban a formar parte de lo que bautizaron como el #clubdelavidareal.

Se trataba de una primera charla con el objetivo de potenciar la alimentación consciente, aprender de nutrición sin obsesión, alimentación emocional, y también conocernos y apoyarnos en nuestro camino a lograr cuidarnos emocional y nutricionalmente.

Como todos sabemos pero pocos reconocemos, este camino no es fácil, tal como les contaba cuando hablé del autocuidado. Así que cuando escuché sobre este #clubdelavidareal me apunté de cabeza a formar parte, porque soy de las que piensa que aceptar ayuda es lo mejor que se puede hacer cuando se quiere mejorar.

Todas llegamos ese día con muchas preguntas y cada una con su historia y sus fantasmas a cuestas, a conocernos, ponernos cara y apoyarnos en este camino a ser la mejor versión de nosotras mismas.

En esta primera charla todas hablamos de nuestra relación con la comida, ansiedad, aceptación e imagen corporal, y esa influencia perfeccionista e irreal de las redes sociales en cuanto a lo que tenemos que ser y cómo debemos comer.

Porque más allá de nuestra relación con nuestra alimentación y el manejo de nuestras emociones, está la aceptación. Una de las chicas comentaba en el #clubdelavidareal que no son defectos lo que tenemos, sino características, y que no deberíamos intentar cambiarlas ni disculparnos por ser como somos.

Nos venden una imagen de perfección y comportamiento que “debemos” aceptar para encajar dentro de lo socialmente aceptado, pero no puede ser obligatorio convertirnos en lo que no somos para que otros nos acepten.

Entre tanto bombardeo de perfección, cuerpos irreales, súper alimentos y tendencias como “come comida real” o “arderás en el infierno si no lo haces”, es hasta normal que se nos confunda el hambre y no sepamos qué debemos o podemos comer, o que ni siquiera reconozcamos cuando tenemos hambre real y cuando es pura ansiedad.

El diccionario define “hambre” como “la necesidad o ganas de comer”, pero nunca nos preguntamos si interpretamos de manera correcta las señales del hambre. ¿Es hambre real? ¿O son sólo esas “ganas de algo dulce porque estoy de bajón”?

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Una de las cosas que nos contaban Stefy y Victoria en la charla es que tenemos que aprender a distinguir esas señales de nuestro cuerpo y nuestro cerebro, para diferenciar el hambre real del hambre emocional o la ansiedad.

Recuerdo en alguna consulta en Aleris con Laura, mi nutricionista, cuando le comenté “pasé unos días a tope cocinando, con cursillo de flamenco y trabajando, y con tanto cansancio lo que me apetecía era comida super grasienta y dulces”.

¿Cómo lo resolví? Descansando, y saciando esas “ganas de dulce” con frutas. Entendiendo que lo que me quería decir mi cuerpo era que tenía que parar y descansar, no que me hacía falta comerme una hamburguesa o zamparme un bote de Nutella.

Si un día nos provoca un chocolate, pues no pasa nada, de eso se trata ser real y los dulces tampoco son el demonio. Pero toca hacer un ejercicio e intentar entender qué hay detrás de “es que NECESITO un chocolate”, porque muchas veces lo que hay detrás son emociones o sensaciones que hablan y no queremos escuchar.

Tenemos que mejorar la forma en la que nos relacionamos con la comida, y dejar de usarla para tapar la ansiedad o callar esos problemas o sensaciones que no queremos escuchar.

Para ello durante la charla del #clubdelavidareal proponían una herramienta utilizada en mindfullness llamada técnica del STOP, que consiste en los siguientes cuatro pasos:

Parar: Cada vez que nos ataquen la ansiedad, las ganas locas de hacer algo, o esa hambre emocional, dejar todo lo que estemos haciendo, y sobre todo dejar de pensar, apagar el cerebro, bajar el switch, anclarnos al momento presente.

Respirar: Tomar tres respiraciones profundas y largas.

Observar: Analizar como estamos física y mentalmente, e interpretar lo que nos sucede. ¿Es cansancio? ¿Malestar? ¿Nervios? ¿O de verdad estoy que muero del hambre?

Proceder: Sin juzgarnos. Comer lo que sea que queramos, tomar una cerveza si eso nos apetece, descansar o salir a dar un paseo donde nos dé el sol.

No se trata de vivir parando a analizar todo, sino de aprender a conocernos y tomar decisiones conscientes, entendiendo y asumiendo lo que nos pasa en cada momento.

Se trata de seguir el camino, paso a paso, entendiendo que somos mucho más de los kilos que marque una balanza o las tallas imposibles de Zara. Cuidar de nosotros mismos es posible y tiene que ser nuestra prioridad.

Y apoyarnos en iniciativas como el #clubdelavidareal nos ayuda en ese camino, compartiendo tiempo, actividades y experiencias para aprender de nutrición sin obsesión.

Gracias Stefy y Victoria por esa iniciativa, auguro larga vida a este #clubdelavidareal.

 

Gracias también al #clubdelavidareal por las fotos de este post. 🙂

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