Los aztecas, o mexicas, se establecieron en el Valle de México en algún punto desconocido del siglo XIV, y Moctezuma fue su noveno Tlatoani (Emperador o Gobernante), desde 1502 hasta su muerte en 1520. Destacaba por su carácter guerrero, sus dotes administrativas y su profundo carácter religioso y supersticioso.

Es muy célebre la historia de su encuentro con el conquistador Hernán Cortés. Cuando éste llegó a Tenochtitlán, en la actual Ciudad de México, Moctezuma creyó que era un enviado del Dios Quetzalcóatl, y lo agasajó con los más valiosos presentes, pero puso a prueba tanto a Cortés como a sus hombres dándoles de comer todo tipo de platillos, para probar si eran Dioses o mortales.

Los habitantes del Valle, en son de paz, agasajaban a los europeos recién llegados con alimentos de sus huertas, y los españoles contaban que el Valle de México parecía Venecia por tener en medio un gran lago, de donde provenía gran parte de lo que comían.

Cacao, camote, aguacate, maíz, calabaza, chile, maní o cacahuate, frijol, o la vainilla son sólo algunos de estos alimentos, que gracias a la Conquista Española saltaron de Mesoamérica al resto del mundo.

Al cacao los aztecas lo consideraban una deidad, y su origen se atribuye a la cultura olmeca durante el primer milenio antes de Cristo. De los olmecas pasó a los mayas y de ellos a los aztecas o a los pueblos que los antecedieron en el valle de México.

Su consumo estaba reservado a los dioses, gobernantes y nobles, y sus semillas se empleaban como moneda. Se conocía como chocolate sólo a la bebida preparada con agua y cacao.

En cuanto al aguacate, su origen se remonta a la región de Oaxaca y el Valle de Tehuacán en México, entre los años 8000 y 7000 AC. Y aunque poco se sabe de cómo se comía aguacate en las mesas precolombinas, una de las primeras recetas de las que se tiene registro es la del ahua camoli, o guacamole, como lo conocemos en la actualidad.

La vainilla es prima de las orquídeas, conocida por los aztecas como “flor negra”, y llegó al viejo mundo desde México como una de las especias que se empleaban en la preparación de chocolate.

El omnipresente maíz, el tomate, chile, nuestro maní, o cacahuete, completan una muestra de los alimentos que desde Mesoamérica han migrado al resto del mundo, y que la Casa de México en España nos trae a partir de este miércoles en el proyecto expositivo y culinario La Mesa de Moctezuma. Los alimentos que Mesoamérica dió al mundo.

La exposición está coronada por una réplica impresionante del Penacho de Moctezuma, y presenta una instalación central que simboliza los dos templos principales del Palacio del emperador, el de los dioses aztecas de la guerra, Huitzilopochtli, y del agua, Tláloc, además de una gran representación de los alimentos y los utensilios más destacados de la gastronomía prehispánica.

Allí nos muestran toda esa abundancia y diversidad de sabores, olores, colores y texturas que vinieron desde Mesoamérica al resto del mundo, y busca trasladar a los visitantes esas sensaciones que sintieron los hombres de Cortés al sentarse a la mesa del emperador.

Completan la muestra proyecciones en video que narran aquel encuentro, talleres gastronómicos (que ya están llenos), conferencias y talleres infantiles que se impartirán en la Casa de México hasta mediados de octubre.

Para información y reserva de plazas de las actividades, estad MUY atentos a la web de Casa de México porque hay muchas cosas interesantes y las plazas vuelan. Yo les recomendaría que se suscribieran a su newsletter para que no se les pase nada.

La Mesa de Moctezuma, más que representar un banquete o el simple acto de comer, se refiere a una manera de recibir, agasajar y agradecer, compartiendo variedad, vistosidad y sofisticación en la Mesa.

Que sepamos y disfrutemos de todo esto hoy en día se debe en gran parte al Fraile Franciscano Bernardino de Sahagún, que fue con Cortés a México y recopiló en sus escritos la forma de vida de los aztecas, detallando de manera exhaustiva sus platillos y alimentos.

Luego de unos años, al llegar los escritos de Sahagún a Felipe II, este ordenó que se requisaran y no se distribuyeran “por razones de peso”:

“…De este modo ordenamos que, en cuanto se reciba esta cédula ponga todo su celo y diligencia en el trabajo de recoger todos estos libros, sin omisión de originales y copias, y que los envíe de inmediato a nuestro Consejo de Indias, que se encargará de cuidarlos. Y quede prevenido de que no se deberá permitir que nadie escriba acerca de las supersticiones y la manera de vivir de los indios, en lenguaje alguno, pues tal cosa es benéfica al servicio de Dios, Nuestro Señor, así como para nosotros.” (Códice franciscano, 1941, p. 249).

Afortunadamente estos escritos, así como las cartas que Cortés envió a Carlos V, se recuperaron del olvido y forman parte hoy día de esa historia invaluable que nos une alrededor de la mesa.

Gracias al equipo de Comunicación de la Casa de México por la invitación, y por todo el material y fotografías que han completado e ilustrado este post.

Y todos, háganme caso, ¡y no se pierdan esta Exposición!

Abrazos,

Karla

Bibliografía adicional: Las primeras cocinas de América, de la antropóloga Sophie D. Coe.

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