Los venezolanos llevamos una arepa tatuada en nuestro ADN. Nacimos y crecimos comiendo arepas de maíz en sus mil versiones: asadas, fritas, dulces, con maíz amarillo, chicharrón, ají, queso y mucho pero mucho más.
Para nosotros una arepa es familia, mamá, casa, abuelas, meriendas, comida después de la fiesta en la madrugada, o de resaca al día siguiente, desayuno, cena, playa, montaña y en mi caso, hasta la arepa pequeña que mi abuela le hacía al loro que tenía de mascota.
Pero, ¿alguna vez se han preguntado de dónde viene la arepa? ¿Por qué se hace con maíz? ¿Cómo es que ha viajado y se ha establecido en el resto del mundo? ¿Cómo es que es tan versátil que acepta casi cualquier relleno y preparación? ¿Por qué no se le puede poner Nutella o Mermelada? Pues no se preocupen, ya estoy yo aquí hoy con ganas de hablar y contarles.
Se dice que la palabra “arepa” viene del vocablo cumanagoto erepa, que significa maíz. Pero también se cuenta que ya se utilizaba la palabra arepa para referirse a este plato en algunos poblados de Venezuela y Colombia cuando los Conquistadores Españoles llegaron a América.
Data de antes de la Conquista, y se hacía de maíz porque era lo que cultivaban los indígenas en las distintas regiones de Suramérica. Desgranaban el maíz que se remojaba y luego se molía a mano en un pilón (una especie de mortero gigante de madera). Luego se hacían con la masa esos bollos redondeados y aplanados que se ponían a cocer en un budare (plancha de arcilla sobre la que se hacían las arepas en el fuego, que tras la llegada de los españoles se comenzó a hacer con hierro o aluminio).
Si bien habían muchos tipos de maíz, y en consecuencia distintas arepas, a partir de los años ‘60 en Venezuela se comienzan a hacer de harina de maíz precocida con el lanzamiento de la universalmente conocida Harina P. A. N. Aún cuando hay muchas otras marcas de harina de maíz precocida, hoy en día cualquier venezolano que conozcas te dirá que las arepas se hacen con “Harina PAN, sal y agua”, nada más.
Si eres de los que se atreve a probar cosas nuevas y hacer arepas en casa si aún no las conoces, te diría que te fíes de las instrucciones y receta el empaque, que es así que se hacen y realmente funciona.
O bien que tomes como medida un vaso o taza pequeña y mezcles Harina PAN y agua a partes iguales, agregues un poco de sal, y amases hasta tener una textura parecida a la plastilina. ¿Qué se ha quedado la masa un poco dura y seca? Pues nada, un poco más de agua y volvemos a amasar hasta tener la textura que buscamos.
Las más comunes son asadas en plancha, sartén o budare, a fuego medio hasta que se tuesten y hagan “costra” y por dentro suenen como un tambor hueco, como les comentaba hace algún tiempo en esta historia de Instagram. Pueden freírse en aceite o también agregar a la masa chicharrón, pimiento rallado, queso, plátano, semillas o alguna verdura. Al no contener gluten es perfectamente apta para celíacos, intolerantes o alérgicos a esta proteína.
Los rellenos son infinitos y variados, y como ejemplos os pondría: jamón y queso, huevos revueltos, caraotas, carne mechada, pollo, pulpo, atún o cualquier otra proteína incluso vegetal.
Tenemos una versión dulce, que en la masa puede llevar azúcar o papelón (panela rallada), y se hacen muy finas y fritas en aceite MUY caliente, para luego servirlas con queso. También está la versión de trigo que les comentaba en este post, y la más maravillosa y deliciosa en ingredientes e historia, la Reina Pepiada.
En mi experiencia las arepas fueron mi carta de presentación cuando llegué a Madrid. Estando en la Universidad hice amigos de muchos sitios y solíamos organizar cenas donde cada uno hacía algo típico de su país. Es obvio, ¡flipaban con el sabor!
Aún hoy en día (bueno, en tiempos pre Covid19) son la excusa perfecta para invitar amigos a casa y pasar un buen rato, mientras solucionamos los problemas del mundo comiendo arepas. Por eso les digo que las arepas son familia y momentos compartidos.
Ciertamente son cien veces más comunes los rellenos salados para las arepas, incluso si la masa es dulce, por lo que ante una pregunta como ¿Y si le pongo mermelada o nutella que pasa? pues te diremos que NO, que JAMÁS, que QUÉ LOCURA ES ESA, que eso sería un insulto a nuestro patrimonio e historia gastronómica
Pero también confieso que podría pasar lo que le comenté a una amiga hace poco:
“Hazlo si quieres, pero por favor no me lo cuentes”
Reíros mucho, cuidaros más y pasad el mejor día posible.
¡Abrazos!
K@